Descubren el ciclo metónico en Teotihuacán

El pasado 15 de diciembre de 2024, un descubrimiento extraordinario marcó un hito en el mundo de la arqueoastronomía. Los arqueólogos Arturo Montero, de la Universidad del Tepeyac, y Aarón González, fundador de la Sociedad Astronómica de Iztapalapa, lograron registrar un evento único en la histórica Ciudadela de Teotihuacán: la manifestación del ciclo metónico, un fenómeno astronómico que ocurre solo una vez cada 19 años.

Ciudadela, alineación lunar con el levante del lunístico

¿Qué es el ciclo metónico y por qué es tan especial?

El ciclo metónico, conocido por las antiguas civilizaciones de Grecia y Babilonia, es un periodo de 19 años (o 235 meses lunares) tras el cual la Luna llena aparece nuevamente en el mismo punto del horizonte. En Teotihuacán, este fenómeno se ha revelado con precisión arquitectónica gracias a la alineación de La Ciudadela con la Luna llena y el Sol durante el solsticio de invierno.

Este fenómeno astronómico se registró el pasado 15 de diciembre, mostrando cómo la arquitectura prehispánica de Teotihuacán no solo era monumental, sino también profundamente conectada con el cosmos.

La Ciudadela: Una maravilla astronómica

El diseño arquitectónico de La Ciudadela destaca como un complejo multifacético, con alineaciones precisas hacia el Sol, la Luna y Venus, lo que la convierte en un espacio de observación astronómica único en el mundo.

  1. Alineaciones solares y lunares:
    • Los vértices externos de La Ciudadela se alinean con los lunisticios mayores.
    • Los vértices internos coinciden con los solsticios.
  2. La conexión con Venus:
    • Los templos pequeños y el Templo de la Serpiente Emplumada se alinean con los venusticios, marcando el recorrido del planeta Venus.

Este diseño permite que un observador en el interior de La Ciudadela, durante el solsticio de invierno, pueda presenciar un espectáculo natural impresionante: el ocaso del Sol en el vértice suroeste seguido por la salida de la Luna llena en el vértice opuesto noreste. Este fenómeno, documentado por el arqueólogo Arturo Montero y Aaron González, representa una conexión tangible entre la arquitectura y los ciclos celestes.

Este hallazgo no solo destaca la grandeza de Teotihuacán como la primera gran ciudad de América, sino que también la posiciona como un centro avanzado de conocimiento astronómico en el mundo prehispánico. Según el arqueólogo Montero, el ciclo metónico ya era conocido por los mayas y se encuentra registrado en la Estela A de Copán y en el Códice Dresde. Sin embargo, este es el primer caso en el que se ha identificado su representación arquitectónica en Mesoamérica.

Por su parte, Aarón González propuso la existencia de un vértice metónico en La Ciudadela, donde convergen los ejes solsticiales y lunisticios, un concepto único en su tipo.

Un legado que inspira a nuevas generaciones

El descubrimiento del ciclo metónico en Teotihuacán no solo demuestra la grandeza de las civilizaciones antiguas, sino que también resalta la importancia de comprender cómo la cultura y la ciencia están profundamente entrelazadas. Este tipo de hallazgos son un recordatorio del impacto transformador que el conocimiento antropológico y cultural puede tener en nuestra comprensión del pasado y en la construcción del futuro.

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